Publicado en forma póstuma en junio de 1937 en la revista
Amateur Correspondent.
Traducido por Pablo Morlans.
Título original:
Notes On
Writing Weird Fiction
La razón por la cual
escribo cuentos fantásticos es porque me producen una satisfacción
personal y me acercan a la vaga, escurridiza, fragmentaria sensación de lo
maravilloso, de lo bello y de las visiones que me llenan con ciertas
perspectivas (escenas, arquitecturas, paisajes, atmósfera, etc.), ideas,
ocurrencias e imágenes. Mi predilección por los relatos sobrenaturales se
debe a que encajan perfectamente con mis inclinaciones personales; uno de
mis anhelos más fuertes es el de lograr la suspensión o violación
momentánea de las irritantes limitaciones del tiempo, del espacio y de las
leyes naturales que nos rigen y frustran nuestros deseos de indagar en las
infinitas regiones del cosmos, que por ahora se hallan más allá de nuestro
alcance, más allá de nuestro punto de vista. Estos cuentos tratan de
incrementar la sensación de miedo, ya que el miedo es nuestra más fuerte y
profunda emoción y una de las que mejor se presta a desafiar los cánones
de las leyes naturales. El terror y lo desconocido, están siempre
relacionados, tan íntimamente unidos que es difícil crear una imagen
convincente de la destrucción de las leyes naturales, de la alienación
cósmica y de las presencias exteriores sin hacer énfasis en el sentimiento
de miedo y horror. La razón por la cual el factor tiempo juega un papel
tan importante en muchos de mis cuentos es debida a que es un elemento que
vive en mi cerebro y al que considero como la cosa más profunda, dramática
y terrible del universo, El conflicto con el tiempo es el tema más
poderoso y prolífico de toda expresión humana,
Mi forma personal de escribir un cuento es evidentemente una manera
particular de expresarme; quizá un poco limitada, pero tan antigua y
permanente como la literatura en sí misma. Siempre existirá un número
determinado de personas que tenga gran curiosidad por el desconocido
espacio exterior, y un deseo ardiente por escapar de la morada-prisión de
lo conocido y lo real, para deambular por las regiones encantadas llenas
de aventuras y posibilidades infinitas a las que sólo los sueños pueden
acercarse: las profundidades de los bosques añosos, la maravilla de
fantásticas torres y las llameantes y asombrosas puestas de sol. Entre
esta clase de personas apasionadas por los cuentos fantásticos se
encuentran los grandes maestros -Poe, Dunsany, Arthur Machen, M. R. James,
Algernon Blackwood, Walter de la Mare; verdaderos clásicos- e
insignificantes aficionados, como yo mismo.
Sólo hay una forma de escribir un relato tal y como yo lo hago.
Cada uno de mis cuentos tiene una trama diferente. Una o dos veces he
escrito un sueño literalmente, pero por lo general me inspiro en un
paisaje, idea o imagen que deseo expresar, y busco en mi cerebro una vía
adecuada de crear una cadena de acontecimientos dramáticos capaces de ser
expresados en términos concretos. Intento crear una lista mental de las
situaciones mejor adaptadas al paisaje, idea, o imagen, y luego comienzo a
conjeturar con las situaciones lógicas que pueden sor motivadas por la
forma, imagen o idea elegida,
Mi actual proceso de composición es tan variable como la elección
del tema o el desarrollo de la historia; pero si la estructura de mis
cuentos fuese analizada, es posible que pudiesen descubrirse ciertas
reglas que a continuación enumero:
1) Preparar una sinopsis o escenario de acontecimientos en orden a
su aparición; no en el de la narración. Describir con vigor los hechos
como para hacer creíbles los incidentes que van a tener lugar. Los
detalles, comentarios y descripciones son de gran importancia en este
boceto inicial.
2) Preparar una segunda sinopsis o escenario de acontecimientos;
esta vez en orden a su narración, con descripciones detalladas y amplias,
y con anotaciones a un posible cambio de perspectiva, o a un incremento
del clímax. Cambiar la sinopsis inicial si fuera necesario, siempre y
cuando se logre un mayor interés dramático. Interpolar o suprimir
incidentes donde se requiera, sin ceñirse a la idea original aunque el
resultado sea una historia completamente diferente a la que se pensó en un
principio. Permitir adiciones y alteraciones siempre y cuando estén lo
suficientemente relacionadas con la formulación de los acontecimientos,
3) Escribir la historia rápidamente y con fluidez, sin ser
demasiado crítico, siguiendo el punto (2), es decir, de acuerdo al orden
narrativo en la sinopsis. Cambiar los incidentes o el argumento siempre
que el desarrollo de la historia tienda a tal cambio, sin dejarse influir
por el boceto previo. Si el desarrollo de la trama revela nuevos efectos
dramáticos, añadir todo lo que pueda ser positivo; repasando y
reconciliando todas y cada una de las adiciones del nuevo plan. Insertar o
suprimir todo aquello que sea necesario o aconsejable; probar con
diferentes comienzos y diferentes finales, hasta encontrar el que más se
adapte al argumento. Asegurarse de que ensamblan todas las partes de la
historia desde el comienzo al final del relato. Corregir toda posible
superficialidad -palabras, párrafos, incluso episodios completos-,
conservando el orden preestablecido.
4) Revisar por completo el texto, poniendo especial atención en el
vocabulario, sintaxis, ritmo de la prosa, proporción de las partes,
sutilezas del tono, gracia e interés de las composiciones (de escena a
escena de una acción lenta a otra rápida, de un acontecimiento que tenga
que ver con el tiempo, etc.), la efectividad del comienzo, del final, del
clímax, el suspenso y el interés dramático, la captación de la atmósfera y
otros elementos diversos.
5) Preparar una copia esmerada a máquina; sin vacilar por ello en
acometer una revisión final allí donde sea necesario.
El primero de estos puntos es por lo general una meta idea mental
una puesta en escena de condiciones y acontecimientos que rondan en
nuestra cabeza, jamás puestas sobre papel hasta que preparo una detallado
sinopsis de estos acontecimientos en orden a su narración. De forma que a
veces comienzo el bosquejo antes de saber cómo voy que más tarde será
desarrollado.
Considero cuatro tipos diferentes de cuentos sobrenaturales: uno
expresa una aptitud o sentimiento, otro un concepto plástico, un tercer
tipo comunica una situación general, condición, leyendo o concepto
intelectual, y un cuarto muestra una imagen definitiva, o una situación
específica de índole dramática. Por otra parte, las historias fantásticas
pueden estar clasificadas en dos amplias categorías: aquellas en las que
lo maravilloso o terrible está relacionado con algún tipo de condición o
fenómeno, y aquéllas en las que esto concierne a la acción del personaje
en con un suceso o fenómeno grotesco,
Cada relato fantástico -hablando en particular de los cuentos de
miedo- puede desarrollar cinco elementos críticos:
a) lo que sirve de núcleo a un horror o anormalidad (condición,
entidad, etc.)
b) efectos o desarrollos típicos del horror
c) el modo de la manifestación de ese horror
d) la forma de reaccionar ante ese horror
e) los efectos específicos del horror en relación a lo condiciones
dadas,
Al escribir un cuento sobrenatural, siempre pongo especial atención
en la forma de crear una atmósfera idónea, aplicando el énfasis necesario
en el momento adecuado. Nadie puede, excepto en las revistas populares,
presentar un fenómeno imposible, improbable o inconcebible, como si fuera
una narración de actos objetivos. Los cuentos sobre eventos
extraordinarios tienen ciertas complejidades que deben ser superadas para
lograr su credibilidad, y esto sólo puede conseguirse tratando el tema con
cuidadoso realismo, excepto a la hora de abordar el hecho sobrenatural.
Este elemento fantástico debe causar impresión y hay que poner gran
cuidado en la construcción emocional; su aparición apenas debe sentirse,
pero tiene que notarse. Si fuese la esencia primordial del cuento,
eclipsaría todos los demás caracteres y acontecimientos; los cuales deben
ser consistentes y naturales, excepto cuando se refieren al hecho
extraordinario. Los acontecimientos espectrales deben ser narrados con la
misma emoción con la que se narraría un suceso extraño en la vida real.
Nunca debe darse por supuesto este suceso sobrenatural. Incluso cuando los
personajes están acostumbrados a ello, hay que crear un ambiente de terror
y angustia que se corresponda con el estado de ánimo del lector. Un
descuidado estilo arruinaría cualquier intento de escribir fantasía seria.
La atmósfera y no la acción, es el gran desiderátum de la
literatura fantástica. En realidad, todo relato fantástico debe ser una
nítida pincelada de un cierto tipo de comportamiento humano. Si le damos
cualquier otro tipo de prioridad, podría llegar a convertirse en una obra
mediocre, pueril y poco convincente. El énfasis debe comunicarse con
sutileza; indicaciones, sugerencias vago que se asocien entre sí, creando
una ilusión brumosa de la extraña realidad de lo irreal. Hay que evitar
descripciones inútiles de sucesos increíbles que no sean significativos.
Estas han sido las reglas o moldes que he seguido -consciente o
inconscientemente- ya que siempre he considerado con bastante seriedad la
creación fantástica. Que mis resultados puedan llegar a tener éxito es
algo bastante discutible; pero de lo que sí estoy seguro es que, si
hubiese ignorado las normas aquí arriba mencionadas, mis relatos habrían
sido mucho peores de lo que son ahora.
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